lunes, 29 de agosto de 2011

El viaje III

De todas las noches, esta ha sido con diferencia la peor: estaba acampado en un parque, al lado de una carretera con mucho trafico, y para colmo, sobre las tres de la mañana me desperté con unas terribles ganas de cagar, así que para no exponer al público que pudiera haber a esa horas mis blancas posaderas, ni dejarle a los portugueses que tan bien me habían estado tratando un “regalito” en el parque, tuve que abrir dos bolsas y dentro mismo de la tienda hacer lo que un hombre tiene que hacer; encima casi líquido. Pero en fin, una vez aliviado, puede seguir descansando un par de horas más. Cuando me levanté se me volvió a plantear la misma cuestión, de modo que la Ferrino se revelo no solo como una excelente tienda de campaña, sino también como un discreto retrete. Se había producido una situación que temía, y es que me viniera uno de mis ataques de diarrea. No era tan intenso como en otras ocasiones, pero ahí estaba....Se me juntó además con una brutal inflamación de la muñeca derecha, pero eso lo solucioné con reflex y un vendaje. Como pude desmonté el campamento y me metí al agua sin desayunar siquiera, ya que tenía apalabrada la esclusa de Regua para las 8’30. Me sentía regular nada mas y no disfrute de la “eclusagem” tanto como en Valeira... Como ventaja destacar que la corriente al salir de Regua es mas intensa que en Valeira y eso me ayudó un montón y a cambio, para que no todo me salga bien, había muchas mas rocas que unidas al bajo nivel del río me hicieron tener que andar mucho más pendiente del agua y de darle al timón. El viento empezó ya a soplar mucho mas temprano pero no tenia las proporciones absurdas de los otros días, y no me molestó en exceso; de hecho, poco antes de la una de la tarde estaba en Porto Antigo. La pega de ese tramo de río es que aumenta considerablemente el tráfico, sobre todo de pequeñas embarcaciones de recreo, y especialmente motos de agua. Aunque parezca increíble se me hicieron mucho más cómodas las estelas de cruceros grandes con el “Vasco de Gama” o el “Douro Princess” que las producidas por “rabelos” y barcos pequeños, las cuales, al tener las olas menor longitud de onda y ser más rápidas, golpean al kayak de forma más desordenada y violenta.

 En Porto Antigo tuve la inmensa suerte de encontrar un señor que con unas furgonetilla estilo pick-up se ofreció a portearme la presa de Carrapatelo hasta Escamarao, tras el correspondiente regateo, claro. Con la muñeca derecha en ese estado podía remar sin apenas dificultad, pero otra cosa era arrastrar kayak por casi tres kilómetros de carretera, todo eso sin contar que no estaba precisamente a tope de fuerza por culpa de la diarrea dichosa. El caso es que el bueno del Senhor Zé (así me dijo que le llamaban) y por una ridícula suma, me llevo hasta Bitetos, dándome la oportunidad de ver una pequeña parte del interior del país desde la comodidad de un asiento seco...

  La verdad es que, en un principio, me sentía un poco mal por el hecho de hacer esos poco mas de 15 kilómetros por tierra, mas me acordé de las palabras de Joe Kane, que descendió el Amazonas en kayak allá por mediados de los 80,  diciendo que un río no es solo el agua, también lo forman los montes que lo rodean, los campos y la gente que vive en sus orillas. De esta manera me consolé viendo un paisaje que me recordó muchísimo al Bierzo o a Galicia, con pequeñas aldeas diseminadas entre los cerros cubiertos de roble y eucaliptos y salpicado de pequeños huertos y parcelas de frutales bajo un cielo gris que amenazaba lluvia (puro Camino de Santiago). También me enteré de que esa zona es el equivalente luso a nuestro Valle del Jerte en cuanto a la calidad de las “cerejas” se refiere y de que en Portugal no existen los puticlubs tal y como los conocemos en España.  El caso es que a las tres y media de la tarde estaba ya en la playa fluvial de Escamarão, con los pantalones en los tobillos, otra vez, y tratando de decidir si me quedaba a dormir allí para descansar o seguía hasta donde pudiera, o si comía algo.

   En estas estaba, cuando recordé un caso que me ocurrió en Toledo, hace ya al menos 8 años, cuando me curé unas diarreas brutales a base de migas con pimientos y sardinas fritas…Como no disponia en los tambuchos de migas, empecé a rebuscar y dí con algo que se demostró sería un digno sustituto: una tarrina de garbanzos de marca Carretilla; decidí probar suerte, todo o nada, lo más que me podía pasar era que me tuviera que quedar cagando allí un par de días; despues de unos retortijones se me empezaron a asentar las tripas y cobré de nuevo confianza para poder seguir paleando.
Pasé por Torrão, donde vi en funcionamiento los barcos de extracción de arena, llamandome la atencion dos iguales que habia y que para demostrar que eran gemelos se llamaban respectivamente “Castor” y “Polux” (¡Bravo por el armador!). Impresiona acercarse a esto barcos, que sin ser de gran tamaño, unos 50 metros de eslora, hacen que Sleipnir parezca una ramita a la deriva.

  Ya se han quedado atrás los viñedos de la zona de Moledo y Régua, ahora mandan los eucaliptos y los robles, y comienza a chispear; cuando paso por Midoes voy ya disfrutando de una llovizna muy “jacobea”, así que saco el MP3 y pongo mi canción del Camino de Santiago, “Leave no man behind” de Hans Zimmer, y empiezo ya a alucinar…..los 6 kilómetros que me quedan hasta Pedorido son inenarrables, el kayak se convierte en unas viejas botas y la pala groenlandesa toma la forma de un bordón…..  Ni rastro de la diarrea…..solo espiritualidad…..solo jirones de nubes coronando los cerros de la ribera…..


  Llego a Pedorido sobre las seis y veo una gran playa, con un chiringuito (imprescindible), y una zona de acampada cubierta de olmos y sauces.


Monto el campamento rápidamente, hago la colada y me voy a hacer unas fotos al pueblo. Le hago tambien un retrato a un perturbado que habia con un kayak de pista bajo la lluvia y me voy a tomar unas birras.



  En el chiringuito me pongo a hablar con el camarero, y acabó invitandome a un par de rondas, asombrado de que viniera "sousinho" desde España. Luego se fue a fumar unos canutos con unos amigos y dejó al cargo a su hermana, que me recordó mucho a una compañera de clase que tuve en 1º de Alemán, así que me quedé admirando el panorama hasta que se me hicieron las 9 de la noche, momento en que decidí que ya estaba bien de imaginarse a la pobre zagala vestida de colegiala japonesa chupando una piruleta y con coletas, y me fui a cenar y a dormir. Mañana será el gran dia.

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