lunes, 24 de febrero de 2014

Los "abominables hombres del Ocejón"

Todo empezó cuando un día, mi compadre y un servidor nos tomábamos unos "carbohidratos de bajo índice glucémico" (léase unas birras) y decidimos que había que aprovechar la luna llena de Julio para subir al Ocejón de noche. ¿Por qué?. Pues porque como dijo en su día el bueno de George Leigh Mallory antes de quedarse tieso y amojamado en el Chomolungma: "Porque está ahí".

El caso es que en la calurosa tarde del día 5 de Julio de 2012 mi compadre y yo nos pusimos en marcha hacia el pueblo de Majaelrayo, en la provincia de Guadalajara, situado en la zona conocida como de la Arquitectura Negra, ya que las casas de esa zona están construidas con lajas de pizarra y gneis de ese color.
Sobre las siete de la tarde llegamos al pueblo de Campichuelo y para hacer tiempo nos tomamos unos bocatas de panceta y unos "carbohidratos".


No os vayáis a creer que todas esas botellas son mías......ibamos fifty fifty. Al fondo, mientras cae la tarde.....Ocejón


 En fin, que después de la merienda/cena nos trasladamos ya al hermoso pueblo de Majaelrayo, donde recalamos en otro garito, el que hay conforme se entra a la izquierda, atendido por una simpática y hermosa moza, donde hicimos la ultima carga de "carbohidratos". Según mi compadre, dicha moza poseía un hermoso pelo negro azabache y unos radiantes ojos de un azul en dos tonos. No pienso dudar de su palabra, pero si soy sincero yo no le miré los ojos en ningún momento....En fin, que nos hizo una foto a los dos, y a las 22.25 horas iniciamos la ascensión.




 Desde el pueblo sale una senda entre jaras, que poco a poco te hacen subir. Después se cruza un arroyete por unas losas de piedra y se empieza a subir por el bosque de robles. Era realmente hermoso caminar con el ultimo fulgor del sol y el aroma de las jaras pringosas, que como todos sabéis dan lo mejor de si mismas una vez que anochece. El caso es que el jaral da paso enseguida a un bosque de robles y la senda se convierte en un zig zag que sube y sube y sube..... muy estrecho y cada vez mas oscuro, hasta llegar al Collado de las Peñas Bernardas o como le dicen otros, el Collado del C... de la Bernarda. Allí hay que girar a derecha, hacia el sur, y hay dos opciones: la primera es subir por la ruta marcada que va bordeando la vaguada que lleva a Valverde de los Arroyos, muy suave y tranquila, y la otra es la que hicimos nosotros, buscando la ruta a través de la cresta, entre las piedras, mas largo y penoso, pero a la vez mas divertido. El caso es que las dos rutas llegan al Collado del Ocejoncillo, y desde allí ya solo quedan unos 300 metros por una especie de escalones de pizarra, bastante empinada la subida...y justo al llegar a la cima, un poco antes de la 1 de la mañana estaba la luna llena esperando.....y un viento que te cagas que casi nos tira abajo. Aprovechamos para abrigarnos y tomar un bocado rápido y hacer unas fotos


 y empezamos el descenso, esta vez por la senda marcada hasta Las Peñas del C....de la Bernarda, luego por del mismo camino por el que habíamos subido, y a las 4 de la mañana estábamos ya durmiendo en el coche, hasta que los ronquidos nos impidieron descansar más y decidimos que lo mejor era volverse a casa de una puta vez....que ya estaba bien de tonterías.ENDE.

A mitad de camino tenéis un minirefugio por si os pilla alguna vez el mal tiempo.
 

ACHTUNG. ACHTUNG. AVISO IMPORTANTE.

He  intentado hacer la gracia con lo de tomarnos birras y cosas de esas, pero lo cierto es que a la montaña no se debe ir haciendo el gañán ni en plan machote, porque lo que en el llano no deja de ser una anécdota, como por ejemplo un tropezón, allí arriba te puede suponer morir. Así que avisados quedáis.

domingo, 27 de noviembre de 2011

El viaje (y IV)


 
  Despues de una noche de sueño perfecto, acurrucado por la lluvia, bien calentito en mi tienda de campaña, decidí que no me iba a apresurar; nada de madrugones a las 5'30 de la mañana, ni salvajadas, así que me levanté a las 8 de la mañana y tras desayunar como un emperador cargué a "Sleipnir" y abandoné Pedorido sobre las nueve y media. De la diarrea ni rastro. El dia seguía cubierto pero las noticias indicaban que se iria abriendo hacia mediodia. El paisaje sigue igual, el rio más ancho, con bosques de eucaliptos en los montes y orillas enmarañadas con mucha vegetacion, casi como si fuera un Amazonas en miniatura; paso por Lomba, donde el camping tiene muy buena pinta, con casetas de madera y una playa cojonuda en la orilla izquierda, y poco despues por Campidouro donde el camping parece como los jardines colgantes de Babilonia, aterrazado, con parcelas adosadas, no sé, me dio una sensacion muy grande de masificado...pero se veian más tías.... A las 12, más o menos llegué a Angra do Douro, a 2 km de la última barragem, la de Crestuma Lever, donde tenia previsto un porteo de apenas 1 kilometro y el consumo de un par de birras ( que se convirtieron en 3).

En este lugar conocí a D. Horacio Paiva, al cual de casualidad le habia preguntado acerca del estado de la carretera para el porteo, y el buen hombre se ofreció a llevarme hasta el otro lado de la presa en su super Peugeot 205 rojo, originando una de las escenas mas bizarras del viaje:
Tras dejarme en el otro lado de la presa y despedirnos con el correspondiente intercambio de correos, me aticé otro par de birras en el chiringuito que casualmente habia y entablé conversacion con un abuelete que andaba paseando por la orilla. Me dijo que la marea estaba bajando, así que me decidi a comer rápido, y poco despues de las 3 y media estaba ya paleando como un demente para cubrir cuanto antes los 18 kilometros hasta Porto. La verdad  es que la corriente se notaba bastante, dandome muy buena media de velocidad. Pero había un inconveniente, y es que a partir de aquí el tráfico fluvial aumenta considerablemente, de rabelos, de barcos de turistas, de patrulleras de la Policia Maritima, de gilipollas con motos de agua... de tal modo que en la entrada a Porto me pasé mas tiempo aproando estelas que remando, bueno, tambien jugué un poquito con las olas....

Despues de pasar el primer puente el rio se estrecha bastante, confinado entre muros de piedra, con lo cual la corriente se intensifica, las estelas de los barcos rebotan con fuerza contra los muros y hay bastantes pescadores, por lo que los últimos 2 kilometros fueron muy entretenidos, esquivando olas y sedales, de tal modo que cuando llegué sobre las 17'30 a Barra do Douro estaba hasta los "güevecillos".
Despues de estos dias remando en soledad me sumerjo en los ultimos kilometros rodeado del trafico de embarcaciones, de las carreteras al lado del rio, de los miles de turistas ruidosos....Acojona verse debajo de los puentes, tan grandes, sintiendo como la corriente te va haciendo ganar velocidad....
  Es  una sensación muy parecida a cuando llegas a Finisterre despues de casi un mes fuera de casa, en el Camino de Santiago,  y delante del mar te preguntas ¿Y para qué todo esto?. Bueno, pues por el viaje, por el viento, por las birras, por los atardeceres contemplando la caida del sol y escuchando el zumbido del hornillo de gas, por la camarera del chiringuito de Pedorido....en fin, que no hay una razón " a priori", la justificación viene despues, y siempre traida por los pelos....Me refiero a que siempre hay un vacio, una pregunta, un por qué sin responder despues de cada "lobá"....en fin que se me va el peloto...Despues de sacar a Sleipnir del agua, con la inestimable ayuda de la Policia Maritima le pedí a un italiano (los italianos son como los gallegos, hay uno en todas partes) que me hiciera un retrato:

Y con el corazón vacío, sin apenas prestar atención a la pedazo de rubiaca que me crucé por el aparcamiento, cargué a Sleipnir en mi Laguna y regresé a la Patria.......ENDE.

lunes, 29 de agosto de 2011

El viaje III

De todas las noches, esta ha sido con diferencia la peor: estaba acampado en un parque, al lado de una carretera con mucho trafico, y para colmo, sobre las tres de la mañana me desperté con unas terribles ganas de cagar, así que para no exponer al público que pudiera haber a esa horas mis blancas posaderas, ni dejarle a los portugueses que tan bien me habían estado tratando un “regalito” en el parque, tuve que abrir dos bolsas y dentro mismo de la tienda hacer lo que un hombre tiene que hacer; encima casi líquido. Pero en fin, una vez aliviado, puede seguir descansando un par de horas más. Cuando me levanté se me volvió a plantear la misma cuestión, de modo que la Ferrino se revelo no solo como una excelente tienda de campaña, sino también como un discreto retrete. Se había producido una situación que temía, y es que me viniera uno de mis ataques de diarrea. No era tan intenso como en otras ocasiones, pero ahí estaba....Se me juntó además con una brutal inflamación de la muñeca derecha, pero eso lo solucioné con reflex y un vendaje. Como pude desmonté el campamento y me metí al agua sin desayunar siquiera, ya que tenía apalabrada la esclusa de Regua para las 8’30. Me sentía regular nada mas y no disfrute de la “eclusagem” tanto como en Valeira... Como ventaja destacar que la corriente al salir de Regua es mas intensa que en Valeira y eso me ayudó un montón y a cambio, para que no todo me salga bien, había muchas mas rocas que unidas al bajo nivel del río me hicieron tener que andar mucho más pendiente del agua y de darle al timón. El viento empezó ya a soplar mucho mas temprano pero no tenia las proporciones absurdas de los otros días, y no me molestó en exceso; de hecho, poco antes de la una de la tarde estaba en Porto Antigo. La pega de ese tramo de río es que aumenta considerablemente el tráfico, sobre todo de pequeñas embarcaciones de recreo, y especialmente motos de agua. Aunque parezca increíble se me hicieron mucho más cómodas las estelas de cruceros grandes con el “Vasco de Gama” o el “Douro Princess” que las producidas por “rabelos” y barcos pequeños, las cuales, al tener las olas menor longitud de onda y ser más rápidas, golpean al kayak de forma más desordenada y violenta.

 En Porto Antigo tuve la inmensa suerte de encontrar un señor que con unas furgonetilla estilo pick-up se ofreció a portearme la presa de Carrapatelo hasta Escamarao, tras el correspondiente regateo, claro. Con la muñeca derecha en ese estado podía remar sin apenas dificultad, pero otra cosa era arrastrar kayak por casi tres kilómetros de carretera, todo eso sin contar que no estaba precisamente a tope de fuerza por culpa de la diarrea dichosa. El caso es que el bueno del Senhor Zé (así me dijo que le llamaban) y por una ridícula suma, me llevo hasta Bitetos, dándome la oportunidad de ver una pequeña parte del interior del país desde la comodidad de un asiento seco...

  La verdad es que, en un principio, me sentía un poco mal por el hecho de hacer esos poco mas de 15 kilómetros por tierra, mas me acordé de las palabras de Joe Kane, que descendió el Amazonas en kayak allá por mediados de los 80,  diciendo que un río no es solo el agua, también lo forman los montes que lo rodean, los campos y la gente que vive en sus orillas. De esta manera me consolé viendo un paisaje que me recordó muchísimo al Bierzo o a Galicia, con pequeñas aldeas diseminadas entre los cerros cubiertos de roble y eucaliptos y salpicado de pequeños huertos y parcelas de frutales bajo un cielo gris que amenazaba lluvia (puro Camino de Santiago). También me enteré de que esa zona es el equivalente luso a nuestro Valle del Jerte en cuanto a la calidad de las “cerejas” se refiere y de que en Portugal no existen los puticlubs tal y como los conocemos en España.  El caso es que a las tres y media de la tarde estaba ya en la playa fluvial de Escamarão, con los pantalones en los tobillos, otra vez, y tratando de decidir si me quedaba a dormir allí para descansar o seguía hasta donde pudiera, o si comía algo.

   En estas estaba, cuando recordé un caso que me ocurrió en Toledo, hace ya al menos 8 años, cuando me curé unas diarreas brutales a base de migas con pimientos y sardinas fritas…Como no disponia en los tambuchos de migas, empecé a rebuscar y dí con algo que se demostró sería un digno sustituto: una tarrina de garbanzos de marca Carretilla; decidí probar suerte, todo o nada, lo más que me podía pasar era que me tuviera que quedar cagando allí un par de días; despues de unos retortijones se me empezaron a asentar las tripas y cobré de nuevo confianza para poder seguir paleando.
Pasé por Torrão, donde vi en funcionamiento los barcos de extracción de arena, llamandome la atencion dos iguales que habia y que para demostrar que eran gemelos se llamaban respectivamente “Castor” y “Polux” (¡Bravo por el armador!). Impresiona acercarse a esto barcos, que sin ser de gran tamaño, unos 50 metros de eslora, hacen que Sleipnir parezca una ramita a la deriva.

  Ya se han quedado atrás los viñedos de la zona de Moledo y Régua, ahora mandan los eucaliptos y los robles, y comienza a chispear; cuando paso por Midoes voy ya disfrutando de una llovizna muy “jacobea”, así que saco el MP3 y pongo mi canción del Camino de Santiago, “Leave no man behind” de Hans Zimmer, y empiezo ya a alucinar…..los 6 kilómetros que me quedan hasta Pedorido son inenarrables, el kayak se convierte en unas viejas botas y la pala groenlandesa toma la forma de un bordón…..  Ni rastro de la diarrea…..solo espiritualidad…..solo jirones de nubes coronando los cerros de la ribera…..


  Llego a Pedorido sobre las seis y veo una gran playa, con un chiringuito (imprescindible), y una zona de acampada cubierta de olmos y sauces.


Monto el campamento rápidamente, hago la colada y me voy a hacer unas fotos al pueblo. Le hago tambien un retrato a un perturbado que habia con un kayak de pista bajo la lluvia y me voy a tomar unas birras.



  En el chiringuito me pongo a hablar con el camarero, y acabó invitandome a un par de rondas, asombrado de que viniera "sousinho" desde España. Luego se fue a fumar unos canutos con unos amigos y dejó al cargo a su hermana, que me recordó mucho a una compañera de clase que tuve en 1º de Alemán, así que me quedé admirando el panorama hasta que se me hicieron las 9 de la noche, momento en que decidí que ya estaba bien de imaginarse a la pobre zagala vestida de colegiala japonesa chupando una piruleta y con coletas, y me fui a cenar y a dormir. Mañana será el gran dia.

sábado, 30 de julio de 2011

El viaje II

Madrugón que te cagas, aseo en el rio y desayuno potente para afrontar el nuevo dia. A partir de Nº Sª da Ribeira el río se encajona aún más,  y a partir de Massia Ferradossa, tras pasar por debajo del puente del ferrocarril se empieza a navegar entre escarpaduras de granitos y gneis, cubiertas de encinas, jaras y vegetación que me hizo recordar Despeñaperros.
 Muy cerca ya de la barragem de Valeira, en la orilla izquierda hay una inscripción en la roca que dice “grosso modo” que la presa se construyó para regular el caudal y facilitar la navegación, que hasta entonces había sido bastante peligrosa; después, a escasos 2 kilómetros está ya la presa y la esclusa, cuyo paso tenia apalabrado para las 10’30. Como me sobraba más una hora me decidí a echar una cabezadita junto al barco abandonado que hay frente a la entrada de la esclusa. Sobre las 10’15 se asomó por ahí uno de los encargados de la esclusa y tras preguntarme el nombre, me hizo una señal de que ya podía entrar si quería, así que aproé a “Sleipnir” y pasé al canal.

La sensación de estar dentro, notar como se baja el portón y se pone en marcha el mecanismo que va a expulsar el agua para poder bajar los casi 20 metros de desnivel es indescriptible; se forman al caer el portón unas olas que recorren el reducido espacio de la esclusa y que me obligaron a sujetarme a las escalerillas de servicio; luego vienen unos ruidos y crujidos y enseguida se percibe el descenso del nivel del agua y como se va oscureciendo el ambiente a medida que nos hundimos en las profundidades. Cuando, por fin, deja de bajar el agua hay unos momentos de quietud y de seguido se oye el chirriar de la puerta que sube para abrir la esclusa. Mientras sube se forma una pequeña catarata que impide ver por unos segundos la salida, y recuerdo que pensé, influido por el olor a humedad y fango, la oscuridad, y el pavoroso tamaño de la esclusa, si no estaría esperándome a la salida la pavorosa cabeza octopoide del Gran Cthulhu; ( Nota: para futuros viajes no llevar libros de H. P. Lovecraft )
Por fortuna, cuando dejó de chorrear agua lo único que había esperando era el padre Duero, que me regaló una leve corriente que durante unos kilómetros me ayudó bastante en el paleo, de tal manera que antes de las doce y media estaba ya en Cais do Tua cascandome unas birras y descansando. El paisaje ha cambiado, el río va un poco mas abierto y la vegetación cuenta con más árboles de hoja caduca, como robles, y empiezan a abundar los eucaliptos. Ya no se ven tantos viñedos, en cambio hay mas casas. El viento vuelve a aparecer y debido al oleaje y al bajo nivel del río, voy a dar de costado contra unas rocas ocultas que casi me hacen volcar, pero un apoyo rápido y un poco de suerte me salvan. Me paro a comer y descansar a unos 4 kilómetros aguas arriba de Pinhão; empiezan a aparecer las primeras nubes y el viento arrecia, así que el descanso queda suprimido si quiero cumplir el objetivo de hoy, que es llegar a Foz Tavora. El viento me reduce la velocidad hasta casi unos miserables 5 kilómetros por hora pero aun así consigo llegar a Foz Tavora temprano. En ese momento cometí el error, que pagaría al día siguiente, de seguir hasta Folgosa, a 5 kilómetros  antes de llegar a Regua, sin tomar en consideración las molestias que desde media mañana tenía en la muñeca derecha. El viento toma proporciones absurdas y tardo casi tres horas en hacer los 11 kilómetros que hay entre Foz Tavora y Folgosa, lo que me da una media de poco más de 4 km/h, velocidad ridículamente baja.
   De todos modos, logro llegar a Folgosa  sobre las siete y media y allí me encuentro otra vez con la amabilidad de los portugueses: sin pedirlo, dos de los camareros del Restaurante Rui Palau, que es de ese tipo de sitios en los que no me dejan entrar en España, se acercaron cuando desembarcaba y me ayudaron a subir el kayak por la rampa hasta un pequeño parquecillo. Por supuesto que me tomé una cerveza allí, servida en una copa bien fría, mientras miro la caida de la tarde y como se recogen a puerto los rabelos. Ese restaurante es uno de los sitios que pienso visitar cuando vuelva a Portugal. Desde el inicio del viaje he sido tratado exquisitamente por todo el mundo que me he encontrado, tanto los españoles como los portugueses. Mientras monto la tienda y me preparo para cenar y pasar la noche, se acercan curiosos varios vecinos y entablamos conversación a base de portugués y español chapurreado y sobre todo buena voluntad; se asombran mucho de que vaya solo (sousinho como dicen ellos) y me indican donde hay una panadería por si me hace falta para el desayuno del día siguiente. Tambien me doy cuenta de muchas de las fotos y videos que he sacado no se ven y que la camara me da aviso en algunos archivos "error de tarjeta". Por fortuna aun se pueden ver, mal que bien, algunas fotos y videos. Sería una pena que no pudiera documentar completamente el viaje... 

 Empieza a refrescar bastante y en el cielo se van amontonando las señales de que se acaba el buen tiempo; la muñeca molesta bastante y me noto el estómago algo raro, pero me da igual, he hecho 48 kilómetros en un día, he conocido más gente y tengo un sitio para dormir. al dia siguiente pagaré los excesos.

domingo, 24 de julio de 2011

El viaje I

Tenia pensado en un principio contar la experiencia de modo diario, pero debido a mi pereza y a que la mayoria de los dias han tenido elementos comunes voy a resumir y destacaré solo los puntos mas importantes. El primero ha sido la variedad de climas, estos, que empezé asandome de calor y con un viento atroz a partir de mediodia, y terminé con dias de lluvia y nieblas entre eucaliptos de tal manera que parecia mas el Camino de Santiago que otra cosa.


La nota dominante es el viento del oeste. Ya antes de salir de España consulté http://www.freemeteo.com/ y http://www.windguru.cz.es/ y daba previsiones hasta el dia 8 de viento moderado por la tarde con rachas de hasta 35 km/h. Es realmente molesto intentar palear con un viento fuerte de cara y recibir de vez en cuando una racha que hasta parece que hace retroceder el kayak, así que las 3 primeras tardes fueron una autentica tortura, con el rio incluso encrespado con olas. Afortunadamente, la pala groenlandesa y una palada baja me hicieron menos dificil el paleo. Diferentes eran las mañanas; solia levantarme sobre las 5'45 o la 6'00 y tras desayunar y recoger el campamento podia palear en la quietud de la mañana, con el agua realmente como un espejo, al menos hasta mediodia, mas o menos, en que empezaba el maldito viento. 

La primera impresión al ver el río en Barca d’Alva es su tamaño, mide aproximadamente 300 metros de ancho y este año estaba muy bajo de nivel, casi un metro por debajo de lo normal, a causa de unas obras en la parte española, según me contaron.
Cuando empecé a navegar por la tarde el día 5 me encontré con un viento constante del Oeste, bastante molesto y acompañado de unas ráfagas muy fuertes que casi hacían retroceder el kayak, y que provocaban unas olas que me hacían pensar en el Atlántico Norte, de tal manera que me costó más de dos horas y media hacer los 13 kilómetros que tenia hasta el primer campamento previsto, en la estación abandonada de Castelo Melhor. Una vez allí aun tuve que bregar con el problema de subir el barco arrastrando hasta los edificios de la estación, problema que se vio acentuado por el bajo nivel del río, que dejaba al descubierto unas rocas que formaban un escalón de más de medio metro, muy molesto. Pero al fin se cumplió el objetivo del día, y tras montar la tienda y meterme una cena en condiciones me dormí como un bendito. Ese día había tenido que levantarme a las 4 de la mañana para llevar el coche hasta Oporto desde Barca, y allí poder coger el tren de las 9’20 que me permitiría volver al mediodía y poder empezar a palear por la tarde. Lo de dormir en el tren se chafó porque este venia lleno y hasta Tua no me pude sentar.

  Me desperté al día siguiente con un zumbido que me recordaba al de las líneas de alta tensión pero que era, en realidad, un enjambre de abejas que estaban ocupadas en un eucalipto en flor que había a unos 20 metros del campamento, así que no dormí muchas horas, pero eso me permitió ver el amanecer y como el "crucero ”Vasco da Gama” rompía la cristalina quietud del agua en la primera hora de la mañana.
    Me apresuré a desayunar y desmontar el campamento. A la hora de volverme a meter en el kayak se me resbaló la mano izquierda en una roca húmeda y me hice bastante daño en el dedo pulgar, aunque afortunadamente no me dificultaba mucho el agarre de la pala, así que solucioné el percance con un poquito de Reflex y a otra cosa. La mañana era clara, luminosa, y el agua un espejo, era realmente una delicia palear a esa hora, viendo como la bandera de España, montada a proa, ondeaba suavemente por el desplazamiento del kayak. Pasé por la desembocadura del río Cða, desde donde se puede ver la mole modernista del museo que han dedicado a los grabados paleolíticos de la zona, y que pienso visitar en otra ocasión, cuando no tenga tanta prisa. Saqué una media de unos algo más de 8 kilómetros por hora, a pesar de ir el kayak  a tope de carga, y a las 9’20 de la mañana ya estaba en Pocinho, desembarcando en la orilla Norte, y tomando un segundo desayuno (estilo hobitt) para afrontar el porteo de la presa. El porteo fue duro, me llevó casi hora y media, crucé a la orilla Sur por la carretera que va por encima de la presa, y volví a embarcar en la zona de la “frieiras” una playa fluvial, donde me paré a descansar un rato, contemplando la corriente que salía de la esclusa. El sol ya empezaba a calentar y no tardaría el viento en aparecer, así que decidí empezara a palear hasta llegar a Foz do Sabor, donde tenia previsto tomar unas birras. Este pueblo, Foz do Sabor, está en la desembocadura del río Sabor y tiene una playa cojonuda para bañarse y acampar, tiene además un par de bares y en uno de ellos tuve mi primer contacto con la cerveza “Sagres” (ya conocía la “Super Bock” del día de antes), a la que encontré equivalente a la Estrella Galicia.

 El bar supuso para mí un choque emocional fuerte porque me recordó mucho a algunos bares-tienda que te puedes encontrar en el Camino de Santiago, con una balanza que seguramente vio el inicio del siglo XX, y una barra y decoración que ya eran viejos cuando el dictador Salazar iba a la escuela. El bar es el que está subiendo la cuesta hacia el pueblo, a 100 metros escaso de la playa, a mano derecha. Me hubiera gustado quedarme mas rato allí, pero Eolo estaba ya despierto y tenia prisa por llegar a Nra. Senhora da Ribeira. A unos 4 o 5 kilómetros de Foz do Sabor hay una isla en la que me hubiera gustado desembarcar pero el bajo nivel del agua dejaba muchas rocas a la vista y era bastante difícil encontrar un sitio cómodo, así que pase de largo y me eché la reglamentaria siesta en una playeta cerca de Freixo de Numão, y después me dirigí a N. S. Da Ribeira, donde llegué sobre las 6 de la tarde; allí, como podéis imaginar, me tomé las birras en el bar que hay justo enfrente del cais (embarcadero) y conocí a Hugo y Enrique, dos chavales españoles que pasaban unos días con unos familiares y habían bajado al río a pescar, ellos me aconsejaron acerca del mejor sitio para acampar y nos tomamos unas cervezas en alegre camaradería. 

 Aproveché para que en el bar me llenaran con cerveza una botella de agua vacía que llevaba y así pude disfrutar de un buen rato de Heavy Metal del mp3 mientras se me hacia la cena. Esa tarde levanté el campamento en un huerto de naranjos a unos 20 metros del río, saqué el kayak a la orilla y lo amarre con el cabo a un chopo como si fuera una borrica vieja. Dormí como una puta borracha de la posguerra( la frase no es mia, es de Alfonso Ussía).

martes, 12 de julio de 2011

Regreso

 Por fin, el domingo por la mañana he regresado a Cuenca, despues de llegar a Oporto a las 6 de la tarde del sábado, hecho polvo, y pasarme una parte de la noche en la carretera. Ahora estoy descansando con la familia unos dias y en breve daré mas detalles del viaje. Por ahora vayan unas fotos.



domingo, 3 de julio de 2011

Preparado


Kayak limpio y revisado, baca instalada en el coche, equipo al completo empaquetado....solo falta que pasen las horas...

 Por cierto, mi kayak se llama "SLEIPNIR".