domingo, 24 de julio de 2011

El viaje I

Tenia pensado en un principio contar la experiencia de modo diario, pero debido a mi pereza y a que la mayoria de los dias han tenido elementos comunes voy a resumir y destacaré solo los puntos mas importantes. El primero ha sido la variedad de climas, estos, que empezé asandome de calor y con un viento atroz a partir de mediodia, y terminé con dias de lluvia y nieblas entre eucaliptos de tal manera que parecia mas el Camino de Santiago que otra cosa.


La nota dominante es el viento del oeste. Ya antes de salir de España consulté http://www.freemeteo.com/ y http://www.windguru.cz.es/ y daba previsiones hasta el dia 8 de viento moderado por la tarde con rachas de hasta 35 km/h. Es realmente molesto intentar palear con un viento fuerte de cara y recibir de vez en cuando una racha que hasta parece que hace retroceder el kayak, así que las 3 primeras tardes fueron una autentica tortura, con el rio incluso encrespado con olas. Afortunadamente, la pala groenlandesa y una palada baja me hicieron menos dificil el paleo. Diferentes eran las mañanas; solia levantarme sobre las 5'45 o la 6'00 y tras desayunar y recoger el campamento podia palear en la quietud de la mañana, con el agua realmente como un espejo, al menos hasta mediodia, mas o menos, en que empezaba el maldito viento. 

La primera impresión al ver el río en Barca d’Alva es su tamaño, mide aproximadamente 300 metros de ancho y este año estaba muy bajo de nivel, casi un metro por debajo de lo normal, a causa de unas obras en la parte española, según me contaron.
Cuando empecé a navegar por la tarde el día 5 me encontré con un viento constante del Oeste, bastante molesto y acompañado de unas ráfagas muy fuertes que casi hacían retroceder el kayak, y que provocaban unas olas que me hacían pensar en el Atlántico Norte, de tal manera que me costó más de dos horas y media hacer los 13 kilómetros que tenia hasta el primer campamento previsto, en la estación abandonada de Castelo Melhor. Una vez allí aun tuve que bregar con el problema de subir el barco arrastrando hasta los edificios de la estación, problema que se vio acentuado por el bajo nivel del río, que dejaba al descubierto unas rocas que formaban un escalón de más de medio metro, muy molesto. Pero al fin se cumplió el objetivo del día, y tras montar la tienda y meterme una cena en condiciones me dormí como un bendito. Ese día había tenido que levantarme a las 4 de la mañana para llevar el coche hasta Oporto desde Barca, y allí poder coger el tren de las 9’20 que me permitiría volver al mediodía y poder empezar a palear por la tarde. Lo de dormir en el tren se chafó porque este venia lleno y hasta Tua no me pude sentar.

  Me desperté al día siguiente con un zumbido que me recordaba al de las líneas de alta tensión pero que era, en realidad, un enjambre de abejas que estaban ocupadas en un eucalipto en flor que había a unos 20 metros del campamento, así que no dormí muchas horas, pero eso me permitió ver el amanecer y como el "crucero ”Vasco da Gama” rompía la cristalina quietud del agua en la primera hora de la mañana.
    Me apresuré a desayunar y desmontar el campamento. A la hora de volverme a meter en el kayak se me resbaló la mano izquierda en una roca húmeda y me hice bastante daño en el dedo pulgar, aunque afortunadamente no me dificultaba mucho el agarre de la pala, así que solucioné el percance con un poquito de Reflex y a otra cosa. La mañana era clara, luminosa, y el agua un espejo, era realmente una delicia palear a esa hora, viendo como la bandera de España, montada a proa, ondeaba suavemente por el desplazamiento del kayak. Pasé por la desembocadura del río Cða, desde donde se puede ver la mole modernista del museo que han dedicado a los grabados paleolíticos de la zona, y que pienso visitar en otra ocasión, cuando no tenga tanta prisa. Saqué una media de unos algo más de 8 kilómetros por hora, a pesar de ir el kayak  a tope de carga, y a las 9’20 de la mañana ya estaba en Pocinho, desembarcando en la orilla Norte, y tomando un segundo desayuno (estilo hobitt) para afrontar el porteo de la presa. El porteo fue duro, me llevó casi hora y media, crucé a la orilla Sur por la carretera que va por encima de la presa, y volví a embarcar en la zona de la “frieiras” una playa fluvial, donde me paré a descansar un rato, contemplando la corriente que salía de la esclusa. El sol ya empezaba a calentar y no tardaría el viento en aparecer, así que decidí empezara a palear hasta llegar a Foz do Sabor, donde tenia previsto tomar unas birras. Este pueblo, Foz do Sabor, está en la desembocadura del río Sabor y tiene una playa cojonuda para bañarse y acampar, tiene además un par de bares y en uno de ellos tuve mi primer contacto con la cerveza “Sagres” (ya conocía la “Super Bock” del día de antes), a la que encontré equivalente a la Estrella Galicia.

 El bar supuso para mí un choque emocional fuerte porque me recordó mucho a algunos bares-tienda que te puedes encontrar en el Camino de Santiago, con una balanza que seguramente vio el inicio del siglo XX, y una barra y decoración que ya eran viejos cuando el dictador Salazar iba a la escuela. El bar es el que está subiendo la cuesta hacia el pueblo, a 100 metros escaso de la playa, a mano derecha. Me hubiera gustado quedarme mas rato allí, pero Eolo estaba ya despierto y tenia prisa por llegar a Nra. Senhora da Ribeira. A unos 4 o 5 kilómetros de Foz do Sabor hay una isla en la que me hubiera gustado desembarcar pero el bajo nivel del agua dejaba muchas rocas a la vista y era bastante difícil encontrar un sitio cómodo, así que pase de largo y me eché la reglamentaria siesta en una playeta cerca de Freixo de Numão, y después me dirigí a N. S. Da Ribeira, donde llegué sobre las 6 de la tarde; allí, como podéis imaginar, me tomé las birras en el bar que hay justo enfrente del cais (embarcadero) y conocí a Hugo y Enrique, dos chavales españoles que pasaban unos días con unos familiares y habían bajado al río a pescar, ellos me aconsejaron acerca del mejor sitio para acampar y nos tomamos unas cervezas en alegre camaradería. 

 Aproveché para que en el bar me llenaran con cerveza una botella de agua vacía que llevaba y así pude disfrutar de un buen rato de Heavy Metal del mp3 mientras se me hacia la cena. Esa tarde levanté el campamento en un huerto de naranjos a unos 20 metros del río, saqué el kayak a la orilla y lo amarre con el cabo a un chopo como si fuera una borrica vieja. Dormí como una puta borracha de la posguerra( la frase no es mia, es de Alfonso Ussía).